En una iglesia de la ciudad húngara de Vac, una antigua iglesia dominicana se llenó de investigadores en 1994. Al examinar los microbiomas dentro del lugar sagrado, los expertos se sorprendieron al encontrar los restos de 265 individuos.
No se trataba de huesos corrientes, sino de momias sorprendentes. Además, estaban afectados por una enfermedad que, para los muertos, solía ser silenciosa la mayor parte del tiempo.
El llamado “bacilo de la tuberculosis” fue descubierto por el investigador Robert Koch en 1882. La enfermedad es causada por la bacteria Mycobacterium tuberculosis y afecta principalmente a los pulmones, provocando neumonía y fiebre. Sin embargo, la gente del siglo XVIII no conocía su causa.
Un tercio de los individuos murió así sin saber el motivo exacto. Resulta que el 90% de las momias estaban afectadas por la tuberculosis, aunque los pacientes no sabían cuándo enfermaron.
Y, como los restos se encontraban en un excelente estado de conservación, esto permitió a los científicos hacer un descubrimiento muy importante para la ciencia: será posible comprender mejor la evolución de la enfermedad a lo largo de los siglos.
La tuberculosis afectó a toda una familia, que fue descubierta entre las momias de las cajas.
Eran los Hausmann: estaba el cadáver de la hermana mayor, Terézia Hausmann, que murió a la edad de 28 años, el 27 de diciembre de 1797; y también estaba la momia de la madre, cuyo nombre se desconocía; y la hermana menor, Barbara Hausmann, de quien Terézia se hizo cargo.
Lo que fue muy útil, sin embargo, es que las muertes ocurrieron en un momento anterior al uso de antibióticos, lo que significa que la bacteria aún no había desarrollado las mutaciones generadas por estos medicamentos. Según informa la Revista Exame, el antropólogo Ilidikó Szikossy, del Museo de Historia Natural de Hungría, consideró que el descubrimiento es capaz de abrir “nuevos caminos de investigación médica que puedan ser utilizados por la medicina moderna”.